Lucía Rosalinda Victoria Tartaglia, quien fue secuestrada y desaparecida en la última dictadura cívico – militar y a la que le robaron la bebé, fue homenajeada este viernes en la Escuela 4 de Santa Rosa en el marco de la Semana de la Memoria, la Verdad y la Justicia. Las autoridades, acompañadas por familiares y compañeros y amigos de Lucía, descubrieron una placa que recuerda que allí aprendió a leer y escribir.
El acto, emotivo, se desarrolló a las 11.30 horas. Estuvieron Graciela Tartaglia, hermana de Lucía, junto a sus dos hijos; Juan Carlos «Pinky» Pumilla, escritor, periodista y referente de la lucha por los Derechos Humanos en La Pampa; y amigos y compañeros de la escuela de Lucía. La periodista Mariela Calvo, amiga de la familia, leyó una carta.
En tanto, Claudia Seltzer, directora de la Escuela 4, dijo que el año pasado, leyendo una crónica periodística, se enteró de que Lucía había sido alumna de esta institución. “Pregunté a las docentes de más antigüedad y nadie tenía presente ese dato. Fuimos a los registros y efectivamente Lucía figuraba como alumna. Por eso decidimos que debía colocarse una placa para que todos los que ingresen a la escuela, sepan que por estas aulas pasó Lucía”, dijo. “Hay que tener memoria. Un pueblo con memoria no vuelve a repetir la historia”, agregó.
Pintan en el centro de Santa Rosa los pañuelos de los desaparecidos pampeanos
Lucía hizo el primer y segundo grado en la Escuela 4, ubicada sobre la calle Libertad, a unas ocho cuadras de su casa. Ya adolescente se trasladó a estudiar Derecho a La Plata, donde el 27 de noviembre de 1977 fue secuestrada. Tenía 24 años.
En democracia, su familia -con la abuela María a la cabeza, ya fallecida- pudo reconstruir que Lucía estuvo secuestrada en el Centro Clandestino de Detención conocido como Atlético-Banco-Olimpo, gracias a testimonios de sobrevivientes que pudieron verla. La conocían con el apodo de “Anteojito”.
Los sobrevivientes relataron además que Lucía estaba embarazada y que fue llevada a dar a luz mientras aún se encontraba en cautiverio. Por eso los integrantes de la familia, además de la intensa búsqueda, aportaron las muestras de ADN al Banco Nacional de Datos Genéticos.
La hija de Lucía, quien fue apropiada y vivió toda su vida en Buenos Aires, encontró su verdadera identidad 38 años después. Fue la Nieta 125 recuperada por Abuelas. Hoy, de 40 años, María Lucila visita regularmente a Graciela y el resto de su familia biológica en Santa Rosa. «Tenemos muy buena relación; nos comunicamos y nos visita seguido», dijo Lucía, su prima, a Diario Textual.