La Fundación Pro Alvear quedó en medio de la polémica por el escándalo Facebook. Uno de los padrinos de esta ONG, que busca ayudar a escuelas pampeanas, es Alexander Nix, el hombre que admitió la explotación de datos privados de los usuarios de Facebook para influir en elecciones de Estados Unidos y otras partes del mundo. El creador de la fundación es Juan Pepa (40 años), quien vive en Europa, maneja inversiones multimillonarias y organiza partidos de polo.
Pepa es nombrado por los medios españoles como el «hombre ladrillo» de Madrid. Este empresario oriundo de Intendente Alvear vive entre Londres y Madrid y, con un fondo buitre, acaba de ganar 350 millones de euros -o 430 millones de dólares-, al apostar al sector inmobiliario de España: comprar con grandes descuentos multimillonarias deudas de los bancos, echar a decenas de los ocupantes que no podían pagar sus créditos, hacerse de los inmuebles, revalorizarlos y venderlos ahora a buen precio.
Pepa es un personaje bien relacionado con la aristocracia europea, que ha hecho de su juego favorito, el polo, un vehículo para organizar torneos en los enclaves europeos más selectos en beneficio de la Fundación Pro Alvear.
Esta ONG, indica en su página web, busca mejorar las condiciones educativas de los niños en la provincia de La Pampa.
En Londres, tejió relaciones con Nix, ahora echado de Cambridge Analytica, la consultora que había usado la campaña de Donald Trump supuestamente para influir a los votantes en 2016.
Pepa, desde 2012, durante su estancia en España, se ha granjeado también la amistad de influyentes jóvenes de la “jet society” madrileña.
El alvearense hizo su primera inversion fuerte en 2012 en España, en medio de una profunda crisis de los bancos. Fue en ese escenario en el que Pepa, que cuenta con un MBA de Babson College y una dilatadísima experiencia en el equipo de inversiones en el sector inmobiliario del brazo de banca de inversión de Citi, aterrizó en España.
Juan venía de la oficina del fondo de inversión (o fondo buitre) tejano Lone Star Funds de Londres. Vino con una idea clara: el sector inmobiliario español va a volver a dar mucho dinero y no se quería perder la fiesta.
La primera operación la cerró en el peor entorno de la historia económica reciente española. “Una operación relevante (140 millones de euros) por la cual Lone Star se hacía con la gestión de deuda con garantía hipotecaria de la conocida como non performing (esto es, créditos que no iban a ser recuperados por Lone Star y mediante los cuales se adjudicaría, tras desahuciar al inquilino, las viviendas). “En el sector se comenta que Juan cerró la operación con un 85% de descuento (es decir, los créditos tenían un valor total de 930 millones)”, publicó el periódico El Español.
Inmediatamente Juan se trasladó definitivamente a Madrid y contrató a un equipo de especialistas en la gestión de impagados y adjudicados (procedentes de Apollo). A partir de entonces, centró todos sus esfuerzos en hacerse con activos en renta (oficinas, hospitales, residencias de ancianos, etcétera).
“Si bien es cierto que tuvo que esperar hasta 2013 para empezar su segunda gran negociación: la operación con Eurohypo. La operación con Eurohypo era muy similar a la cerrada con Emilio Botín, pero, en esta ocasión, el volumen y el momento del sector convertía la operación en vital para el devenir de Lone Star y de Juan en España. Lo que comprabas con un 85% de descuento en 2012 lo comprabas en 2013 con tan sólo un 25% de descuento”, explicó El Español.
El año pasado, luego de ganar 350 millones de euros, dejó Lone Star y se embarcó en nuevos proyectos. Junto a un socio, acaba de poner en marcha Stoneshield Capital, firma que prevé invertir 300 millones de euros en el sector inmobiliario español.
Según afirman fuentes conocedoras a El Confidencial, los dos socios cuentan ya con 200 millones de euros de capital, dinero procedente de su propio patrimonio, de algunos inversores institucionales de Lone Star y del famoso financiero Warren Buffet, que ha decidido respaldarles en esta aventura
Pepa, a pesar de todos estos hitos, se marcha de Lone Star con el amargo sabor de no haber podido ganar su última gran batalla, la cartera de 30.000 millones de activos tóxicos de Banco Popular que Santander vendió el pasado verano, puja en la que figuraba como uno de los favoritos, pero donde terminó ganándole la mano otro gigante de la inversión: Blackstone.