Por Norberto G. Asquini
Pocos meses antes del golpe militar del 24 de marzo de 1976, hubo una ola de detenciones en La Pampa por parte del Ejército. Uno de los casos fue un estudiante de la UNLPam, que «desapareció», y para algunos por años, sin que se supiera su destino.
El 9 de diciembre, durante las primeras detenciones que hubo en La Pampa por parte de la Subzona 1.4, los militares llegaron a una casa de estudiantes universitarios y detuvieron a Julio César González Taboada. Sus compañeros de militancia pensaron que iba a ser liberado a las horas, como había pasado con algunos de ellos a los que les habían tomado declaración sobre sus actividades políticas. No estaba en los cálculos lo que iba a ocurrir.
No se sabría de su paradero hasta mucho después
En una entrevista que le realicé a José Mendizábal, recordado militante universitario y dirigente de la lucha por la nacionalización de la UNLPam, hablamos del caso. José y Julio César habían sido compañeros en la Facultad de Agronomía y de agrupación. Era 2004 y estaba en plena elaboración del libro «Crónicas del fuego». Una tarde en la confitería London, a pocas cuadras de la Casa Rosada, Mendizábal me dijo: «¿Qué pasó con Julio? Yo no supe nada más de él hasta años después». Otro de los entrevistados recordaría vagamente un dato: «En su detención tuvo que ver Baraldini». En ese entonces mayor del Ejército y ya a de la Policía Provincial.
Literalmente, Julio César desapareció en ese momento para quienes tenían actividad política y estudiantil y tres décadas después para algunos todavía era una incógnita su destino. En noviembre de 1975 sus compañeros no tuvieron más respuesta por parte de algún policía que «se lo llevaron». Días después de su detención, juntando algunos pesos, hicieron una solicitada en los diarios, entre ellos Mendizábal. La titularon «Libertad a Julio César González», pero no decía nada sobre su caso, reproducía un documento nacional y una lista de detenidos en otras provincias. Al revisar los diarios uno se preguntaba: ¿Quién es este González? En las listas de detenidos oficiales durante esos días no figuraba ninguna persona con ese apellido.
Las averiguaciones me llevaron a seguir su rastro por España, donde vivió, y a Inglaterra, donde está radicado. En esos tiempos sin redes sociales, el primer contacto fue por mail. Al fin tenía la historia detrás de un nombre.
La historia de Julio César
¿Quién era Julio César González Taboada? Hoy es ingeniero agrónomo, aunque nunca ejerció. Nacido en Capital Federal y actualmente jubilado como trabajador no docente en Oxford Brookes University, Inglaterra. A fines del convulsionado 1975 tenía 24 años y estudiaba en la UNLPam desde 1969. Militaba en la agrupación universitaria de izquierda FAUDI y su actividad lo había llevado a dar clases en el Instituto Agrotécnico de Rancul, zona de montes de caldenes, donde también intervino en la creación de un sindicato de hacheros.
Ubiquémonos en el contexto de 1975 con la violencia política y la crisis económica del gobierno de la presidenta Isabel Perón. El país se desmoronaba y las Fuerzas Armadas preparaban el golpe. El 6 de octubre, el gobierno nacional firmaba los famosos decretos de «aniquilación de la subversión» y se ponía en marcha la maquinaria militar represiva. En La Pampa se estructuró la Subzona 1.4 al mando del coronel Ramón Camps y a comienzos de noviembre comenzaron las primeras detenciones de personas que eran consideradas «subversivas». Entre ellas figuraron médicos del hospital Lucio Molas y profesores de la UNLPam, cuyos nombres se observan en los diarios de la época. Varios pasarían años presos. Otros eran convocados por la Policía, se les tomaba declaración y eran liberados a las horas.
Julio César González cursaba sus últimas materias de Agronomía. El protagonista de la historia relata: «Nosotros si bien nos considerábamos revolucionarios éramos partidarios de la vía política y estábamos en contra de la ‘lucha armada’. No teníamos nada que ver ni con el ERP ni con Montoneros, por lo que considerábamos que no teníamos nada que ocultar. Cuando varios miembros de nuestro grupo fueron convocados a presentarse en la Policía Provincial, se presentaron y no fueron detenidos».
El error fatal
Habría un hecho que cambiaría su historia a diferencia de sus compañeros. «Si bien por un lado teníamos la concepción de no empuñar la armas, ante casos como la Triple A debíamos estar preparados para defendernos, a eso le llamábamos ‘autodefensa’. Teníamos una pistola calibre 22, con la cual ni siquiera practiqué. Y ante la amenaza de registro de nuestras viviendas, se decidió que debíamos deshacernos de ellas», relató.
Contará Julio César sobre esos días: «Cometiendo un error, mezcla de pánico e ingenuidad que acarrearía terribles consecuencias para mí, tiré los periódicos del partido y literatura de izquierda junto con el revólver, en el baldío lindante a la pensión en la que vivía en aquellos momentos ubicada en la calle Pueyrredón casi Luro. Según me contaron, el hijo de un policía cuando jugaba al fútbol encontró el montón de papeles y su padre lo revisó«.
La pensión de los estudiantes estaba ubicada frente a la casa de la suegra del entonces mayor Baraldini, a la que el militar visitaba regularmente. Cuando la policía comenzó a buscar a quiénes estaban detrás del arma y los panfletos, Julio César se refugió en la casa de unos estudiantes amigos. «Allí aparecieron policías provinciales de civil a los que pacíficamente me entregué», explica.
El reencuentro
Julio César fue interrogado por Baraldini, quien definió su destino. «Me dijo, ‘yo lo conozco, lo he visto con otros tocando la guitarra en la vereda’. Acepté que el material y la pistola 22 eran míos y de allí fui a la Unidad Penitenciaria. No me interrogaron más, pasaron los días, que según mi familia para ellos fue de desaparición pues nadie decía donde yo estaba», detalló.
Julio César González fue detenido el 9 de diciembre de 1975 y estuvo cuatro años preso. Fue llevado a la cárcel de Rawson, de máxima seguridad y también a la de La Plata, siempre a disposición del Poder Ejecutivo Nacional. Nunca se le inició una causa judicial. Fue liberado el 11 de septiembre de 1979.
Cuando era interrogado durante ese tiempo, decía: «Quiero terminar mi carrera». Volvió con libertad vigilada a Santa Rosa y a fines de 1981 aprobó su última materia.
Mendizábal, también detenido pero el 24 de marzo de 1976, y preso durante años, recién lo volvería a ver cuando compartieron pabellón en la cárcel de La Plata. Fue el reencuentro con el compañero del que no supo más nada.