Claudio, Beto, Pirincho, Rosa y, desde este fin de semana, Maruca. Esos son los caballos y yeguas con las que cuenta la Escuela Equinoterapia La Ilusión, de la localidad de Catriló. Verónica Lezcano, profesora de educación especial y creadora de este espacio, dice que está feliz. “Estoy feliz porque Oscar nos donó una yegua y no es un gesto habitual de la gente. Estoy feliz y agradecida, más que nada porque a la yegua, a la que llamamos Maruca, la van a poder disfrutar los chicos”.
Oscar es Oscar Romano, trabajador rural y hoy jubilado. “Siempre trato de colaborar con la comunidad y por eso hice la donación para este centro que tanto lo necesita. Además, esto permitirá que la yegua esté con otros caballos y pase sus últimos años de vida acompañada y cuidada”, dice uno de los vecinos vinculados a diversas actividades solidarias en Relmo y la zona.
El centro de equinoterapia cumplió el 24 de febrero tres años. Por eso decidieron hacer una cabalgata el sábado desde Catriló a Relmo.
Fueron 57 jinetes, entre adultos y menores. Concurrió gente de Catriló, Pellegrini, Lonquimay, Uriburu y Santa Rosa.
Salieron a las 9 de la mañana y a las 12 llegaron a Relmo, distante a unos 15 kilómetros de Catriló. “Fuimos despacio, porque había chicos muy chicos. Al mediodía almorzamos en Relmo y recibimos la sorpresa de la donación de Oscar Romano. No encontramos tanta gente que nos regalen caballos”, dice. “Luego entregamos presentes a los que participaron de la cabalgada. Volvimos a las 16 y llegamos a Catriló a las 18.30 horas, donde se hizo una merienda”, cuenta Lezcano a Diario Textual.
La cabalgata, además, fue cubierta en vivo por la radio LU 33 por el conductor Daniel Martín. Incluso participó de la cabalgata.
“Hubo mucha gente colaborando, como Alicia Pesque y el jefe comunal de Relmo, Néstor González”, cuenta.
En Catriló, la actividad de equinoterapia la realizan en una quinta alquilada. Es una asociación sin fines de lucro y la cuota que cobran solo alcanza para el alquiler y el alimento de los caballos.
Lezcano, quien trabaja en una escuela de Quemú, dice que su amor por los caballos viene de hace años. “Siempre estuve vinculada a los caballos y vengo de una familia a la que le gustan los caballos. Y uno hace esto porque es gratificante”, dice.
“Me ayuda mi familia. Héctor ‘Toto’ Lezcano, un jubilado y soguero, es mi papá. Siempre está presente. Mi hermano Jorge Lezcano también. Además, me acompañan mi marido Damián Ozán, mi amiga Lorena Méndez y mi hija Azul, entre otros”, dice.
Actualmente concurren 22 chicos y chicas, de 2 a 13 años, a la escuela. “Algunos tiene discapacidad, pero la mayoría vino para hacer lo que se llama monta lúdica. Se trabaja la emoción y el vínculo con el caballo y entre ellos”, resalta. “Los chicos y las chicas están felices. Eso me alcanza”, finaliza.