Unas mil mujeres salieron en la noche de este lunes a las calles en Santa Rosa, en reclamo por los dos femicidios cometidos en 72 horas por integrantes de las fuerzas de seguridad.
La manifestación autoconvocada comenzó a las 20 horas, en la plaza San Martín. “Queremos manifestar públicamente nuestra rabia ante la inacción e inoperancia estatal que debería luchar y trabajar para prevenir femicidios y toda clase de crímenes por pertenecer a géneros disidentes”, dijeron las convocantes. “No solo no acompaña, no previene, no otorga los presupuestos necesarios, no declara la emergencia, sino que los provoca con las armas que pone en manos de las ‘fuerzas de seguridad’”, advirtieron. “Queremos que el dolor sea rabia que arda en la plaza central. Que sea abrazo para las familias de las mujeres asesinadas. Que sea un encuentro entre nosotras y nosotres para tirar al patriarcado y que el miedo arda”, agregaron.
Hoy, un sargento del Ejército Argentino asesinó de tres balazos con un Fusil Automático Liviano )(FAL, un poderoso arma de guerra) a su exnovia y luego se suicidó.
Se trata del segundo femicidio cometido en la capital de La Pampa en tres días: el pasado viernes un integrante de la Policía Federal Argentina (PFA) asesinó también con el arma provista por la fuerza a su pareja y luego se mató.
En este caso el hecho ocurrió esta madrugada, a las 6.05 horas, en una vivienda situada en Dante Alighieri la 1300 -entre Pestalozzi y Wilde, en el barrio de Villa Alonso-.
El militar Elías Funes, de 41 años y con el cargo de sargento en el Regimiento de Infantería 12 de Toay, atacó a su exnovia, Marianela Vega Merino, de 30 años, con un Fusil Automático Liviano (FAL) perteneciente al Ejército Argentino. Era el encargado de la Sala de Armas y la retiró sin autorización.
El asesinato seguido de suicidio se registró a las 6.05 horas. Un testigo, que estaba despierto en ese momento en otro departamento, dijo a Diario Textual que escuchó tres potentes disparos. “Nunca me imaginé que eran tiros”, contó. Posteriormente se comprobaron que fueron cuatro disparos.
El hecho fue descubierto cerca de las 9 horas. Es que la ausencia de Marianela a uno de sus trabajos generó una alerta. La empleadora la llamó en reiteradas oportunidades al celular y, como no contestó, se comunicó con un hermano de la joven.
Ese hermano llegó al complejo de departamentos e ingresó, junto a policías, por una ventana rota. Fue el primero en ingresar.
Poco a poco fueron llegando más policías, los peritos, los fiscales y otros familiares. Entre ellos, la hija de 13 años de Marianela.
El asesino y la víctima habían sido novios y aún convivían en el departamento. Sin embargo, ya estaban separados: ella le estaba pidiendo que se retirara del lugar.
El caso de Susana Muñoz
Es el segundo femicidio ocurrido en los últimos tres días en Santa Rosa, ambos con características similares. El viernes 25 el policía federal Antonio Gustavo Boland (44 años) mató de tres balazos con su arma reglamentaria 9 mm a Susana Muñoz (51 años), en el pasaje Salveire al 1700, en el barrio de Villa Elisa. Luego intentó quemar la casa -inició un incendio en un colchón y en un sofá- y se suicidó con la misma pistola.
Otros dos casos
En los últimos 15 años se han registrado cuatro femicidios cometidos por policías o militares, con armas, en Santa Rosa. Una de las grandes dudas es quiénes controlan que estén aptos para portar un arma.
El 2 de octubre de 2008, en el barrio Río Atuel, de Santa Rosa, Andrea Aguerre (37 años) fue asesinada con una pistola por su esposo, el cabo primero de la Policía provincial, Raúl Rodríguez (44 años). Posteriormente él se pegó un tiro.
Andrea era empleada pública. La pareja tenía tres hijos que, aterrados, escucharon las detonaciones desde una habitación contigua. Habían sido encerrados por el padre.
Los hijos -dos de ellas, mellizas- quedaron al cuidado de la abuela materna. Hoy son profesionales.
Otro caso similar se registró el 5 de junio de 2009, en la calle Víctor Lordi al 1000, en Villa Santillán. Patricia Ponce (50 años), al retirarse en moto de esa casa de una amiga, fue abordada por su expareja Miguel Mendoza (55), suboficial del Ejército Argentino. Discutieron y él le pegó un tiro en una pierna, con un arma que no era la reglamentaria pero era de su propiedad. Patricia corrió a resguardarse en el interior de la vivienda. Pero Mendoza forzó las puertas y la siguió hasta una de las habitaciones, mientras amenazaba a la dueña de casa, quien logró dar aviso a la Policía. Finalmente la mató de otros tres balazos. El femicida también se suicidó en ese lugar.